Bendita tú, que has vuelto su algarabía abierta a los arroyos lentos! Bendita tú que has vuelto su tesoro total al sol arruinado!
Anochecía y el seto del jardín estaba todo en flor. Una muchacha jenil apareció delante de mí, y me dijo: "Te compro mi sonrisa." Pero su sonrisa palideció y se borro en sus lágrimas.