Se acerca a dos materias;
empuja suavemente el negro
lápiz hacia el papel. Nada más.
La cohesión del grafito es atraída
entonces a la adhesión por el
papel inmaculado. Se despierta al papel
de su sueño de candor, se le despierta
de su blanca pesadilla. ¿A qué distancia
empieza la atracción mutua, íntima,
del negro y del blanco?